jueves, 18 de septiembre de 2014

Un reflejo en el espejo

Estoy sentado mirando, a través de la ventana, las flores del patio del manicomio. Voy al baño para peinarme y, al verme en el espejo, los malos recuerdos inundan mi cabeza. No quiero regresar a ese momento, pero no puedo evitarlo.
Todos los días, antes de ir a la escuela, me miraba en el espejo y,  hacía en mi cabeza, el mismo peinado de siempre. Desayunaba solo, porque mi mamá y papá casi nunca dormían en casa. Él le pegaba y la maltrataba. En el colegio me discriminaban por mi color de piel, por eso siempre estaba solo. Necesitaba de alguien.
Una noche escuché un ruido en el baño. Cuando entré no encontré a nadie. En ese momento, la luz se cortó. Me quedé quieto y vi a alguien en el espejo. Estaba ahí, quieto. Era una silueta algo extraña. Me di vuelta pero no encontré a nadie. Tenía miedo, mucho miedo.
A partir de esa noche y las siguientes, esa silueta seguía apareciendo. Se lo conté a mi madre y mi padre, pero lo único que recibí fueron burlas. Nadie me creía y yo estaba cansado. Cansado de que no me crean, de estar solo, de ver violencia y más violencia.
Pasó un mes y esa silueta permanecía intacta en el mismo lugar. Rompí el vidrio con mi mano de la bronca que tenía. Entré a la pieza de mis padres, y la vi, estaba allí. Era un arma de mi padre. La agarré y un impulso inesperado salió de mí. Disparé. No quería, pero lo hice. Mi mamá y mi papá ya no estaban. Nunca sentí dolor, en ese momento no me importaba nada.
Hoy estoy aquí, en un manicomio porque me trataron de loco. Ellos no sabían lo que era vivir con violencia. Yo necesitaba de alguien. Ahora lo único que tengo son recuerdos, pero nada, nada de tristeza.


1 comentario: