Culmina el día
gris, en el que Adolfo, un hombre delgado de más de 70 años, se dirigía a su
casa, en el pueblo Runquelchu. Solitario, entra a su mansión que ocupaba casi
media cuadra, con sus botas negras cual araña, que aterrorizaba a toda la población,
soberbio y mal llevado, en lo más oscuro de las desoladas paredes de sus
pasillos, se desvanece entre la niebla. Amanece en Runquelchu, sus habitantes
cual grillos se levantan con un sol radiante, que refleja las bellas llanuras
salteñas, Adolfo en la más oscura de sus habitaciones se manifiesta de negro,
debido a que se tenía que dirigir al cementerio municipal ya que era el encargado.
Se desvanece el sol, el prosigue en el cementerio, cuando de repente se escucha
entre los balcones amohosados unos rasguños ensordecedores. El lentamente mira
con curiosidad, observa a su alrededor, y luego de la nada, siente que alguien le respira, situado detrás de el. Se paraliza inmediatamente, luego
de varios minutos, intenta escapar de esa sensación horrible, que le congelaba
hasta las pestañas.
Muchos comentan
que se mato, otros que había escapado, pero en realidad nadie se imagina que habrá
sido de Adolfo...Tu, si (?
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